martes, 12 de junio de 2012

La Dolce Vita

Por. Paz Stagnaro


Nuevamente recaí frente a los dulces… Que placer más inmenso que el  saborear ese néctar empalagoso casi hostigante que envuelve tu paladar cuando decides  darte ese premio culinario y le regalas a tus papilas en cuerpo y alma un festín de glucosa.

Mi inexplicable baja de peso  me ha permitido regalarme los “gustitos” mas grotescos que mi habitual vida sana no me permitía muy a menudo por el exceso de calorías; desde el chocolate hasta la miel…el sabor de lo empalagoso, palabra que de solo escucharla me remonta a la mágica experiencia de los dulces.

…Porque no hay mejor descubrimiento a gusto de mi humilde y vulgar paladar que la miel, este néctar fruto del trabajo de cientos de himenópteras trabajadoras que bajo el sol y tras largas tarde en búsqueda del polen perfecto elaboran este manjar que me devuelve el alma al cuerpo cuando soy testigo presencial de sus maravillosos atributos.

En el Té, en hotcakes, con tostadas al desayuno, en limonada, sola, en infusiones y con leche. Centenares de recetas me inventado para darle tribuna a ese dulce sabor que tras una sinfonía de sensaciones me recuerdan mi experiencia más cercana al paraíso. Porque la dosis precisa de tan humilde alimento puede saciar mis compulsivas carencias de glucosas cuando el índice de insulina desciende… Y como no idealizarla, cuando en su mezcla perfecta con la mantequilla adornan la tibia corteza de un pan recién tostado: un placer para los sentidos. Sonido, textura, olor. Sabor excelso que no perdona esa mezcla dulce-salado ideal para comenzar la mañana o finalizar el día con una dosis justa y medida de dulzor. Te hace sonreír el solo hecho de que algo tan insignificante te despierte tantas emociones y sensaciones que hacen de aquella experiencia algo tan especial… en lo personal, mi primer acercamiento a la miel  se remonta a los 7 u 8 años, donde tras campales luchas con mi padre terminaba accediendo a tomar su odiada leche con miel, a la que después de unos años y hoy en día no me puedo resistir…

Y pienso… sí que vale la pena dedicarle un poco de atención a la expresión y exaltación de nuestros sentidos, ya sea frente a un olor, una visión, una sensación o en mi caso un sabor que convierte esos días comunes y corrientes en un día de inspiración única. Porque no hay nada mejor que escuchar hablar a nuestro interior mediante los sentidos, algo tan único y propio que nos hace recordar cuan vivos estamos; para que saltar en paracaídas sin con solo pequeños placeres podemos dejarlos fluir…. A disfrutar esta dolce vita!