domingo, 20 de enero de 2013

Erase una vez...París

Por Paz Stagnaro

“..Si tienes la suerte de haber vivido de joven en París, entonces durante el resto de tu vida ella estará contigo, porque París es una fiesta móvil..” (E. Hemingway)


PARIS, una ciudad donde lo simple se vuelve excelso. Quienes hayas tenido la fortuna de estar en esta ciudad sabrán a  lo que me refiero…única, mágica, antigua pero a la vez contemporánea, de colores que se lucen bajo sol y que te enamoran bajo la lluvia; una ciudad capaz de transportarte en el tiempo.

…Porque no hay nada como caminar entre sus calles estrechas que te invitan a recorrer y a descubrir que te espera detrás de cada esquina, propias de ese orden Hausmanniano  que muy románticamente planificado te guía a un arco que te recibe con los brazos abiertos como queriendo darte la bienvenida…y sonríes, sonríes al darte cuenta lo lejos que has llegado… y que puedo decir..

Sus puentes; Alejandro III; Saint Louis y Pont Neuf. Algunos llenos de candados, que por si ya te habías olvidado, te obligan a creer nuevamente en el amor…que delicia tener la fortuna de atravesarlos caminando lentamente sobre el Sena, esa masa de agua de justa medida decorada con embarcaciones llenas de turistas que te saludan como niños mientras pasan… y no te queda más opción que agradecer por tener la oportunidad de estar ahí…

Sus adornos: Bares, pastelerías, restaurantes y cafés que con sus mesas y manteles decoran cada esquina visible, donde la dicha de no hacer nada se refleja en la risa y tranquilidad inamovible de sus comensales que ciegos por  vivir tantos años en tan hermosa ciudad disfrutan de sus copas de vino tanto como yo disfruto el solo hecho de ver el tiempo pasar en mi sueño hecho realidad…

De sus edificios: monumentalidad hecha realidad, palabra que solo estando ahí se entiende de verdad;  con sus miles de iglesias y edificios que te deslumbra al pasar y te hacen caer rendido ante la sutil tosquedad de la piedra y el concreto que juntos dan vida a piezas únicas…

De sus parques y jardines: Tuileries, Luxemburg, Champ de mars. Nada como haber experimentado el placer de comer un bagget sentado sobre el césped tibio bajo la torre Eifel que majestuosamente se asoma entre los rayos del sol y las ramas de los árboles que en los meses de calor montan el escenario perfecto; nada falta: ahí estás tú, tu bagget y para mí la ciudad más románticas y mágica que he conocido…y me dejo llevar, rodeada del suave ronroneo del idioma que nada familiar se me hace, de cuervos que como palomas rondan tranquilamente por los jardines esperando algo de comida y por esa escencia Parisina que me lleva a escribir estas líneas que me remontan a eso días de increíble plenitud…y una vez más doy las gracias por haber estado ahí…un lugar único y maravilloso al que un día volveré. Au revoir, Paris!

Con cariño para Papá.